El 14 de junio de 1982 es una fecha que marca el
final de una guerra, la del Atlántico Sur.
El Acta de Capitulación -exhibida y mecanografiada por el ejército británico en ambos idiomas-, se firmó al final de la segunda reunión mantenida entre los bandos, durante las que se acordaron las condiciones de rendición: modificación del término "rendición incondicional" por "preservar vidas humanas", evacuar la ciudad inmediatamente, entregar el armamento y un reaseguro de que la Fuerza Aérea Argentina no atacaría más, y otras. Además, en este segundo encuentro entre los oficiales, el General Jeremy Moore expresó "su reconocimiento profesional hacia los aviadores argentinos".

El Acta de Capitulación -exhibida y mecanografiada por el ejército británico en ambos idiomas-, se firmó al final de la segunda reunión mantenida entre los bandos, durante las que se acordaron las condiciones de rendición: modificación del término "rendición incondicional" por "preservar vidas humanas", evacuar la ciudad inmediatamente, entregar el armamento y un reaseguro de que la Fuerza Aérea Argentina no atacaría más, y otras. Además, en este segundo encuentro entre los oficiales, el General Jeremy Moore expresó "su reconocimiento profesional hacia los aviadores argentinos".
Después de la capitulación, el
gobierno de facto argentino anunció, en el comunicado 165, que se estableció
"el cese del fuego y el retiro de las tropas para evitar mayor derramamiento
de sangre", sin que jamás se hablara de rendición.
Entre bambalinas, el destino de aquella lucha
estaba sellado varios días antes, y los acontecimientos del 14 sólo significaron
la frutilla final del postre británico. Todo esto, simple y desgraciadamente,
debido a la superioridad del poder militar británico, el aumento de sus ataques
aéreos, navales, de artillería y su avance desde varios frentes. Más el
agregado del desgaste y las limitaciones de abastecimiento de las tropas nacionales
en el terreno.
Existieron otros detalles -no
revelados hasta hace poco- que integraron el día
de la frustración: la resistencia heroica frente a un enemigo implacable
que avanzó a sangre y fuego; el plan de contingencia -operativo Buzón-
presentado a Galtieri por el General Daher y los coroneles Cáceres y Cervo,
pudiendo frenar el avance inglés, y que fuera rechazado; y otros relativos a
cuestiones estratégicas dentro de la comandancia del Ejército que no vienen al
caso desarrollar demasiado aquí: cómo que al General Mario Benjamin Menéndez, que se negó a
abandonar sus tropas ante el inminente ataque británico para ir a presentar a
Galtieri el plan Buzón, no le permitieron acompañar a sus tropas cuando
abandonaron las islas hasta tanto éstas se hubiesen retirado; y otros etc.
Treinta y siete años después,
mientras observaba las fotos de entonces, sentado frente a la computadora de mi
escritorio, pensaba -pienso-, en los 630 caídos en los combates; los 74 frenéticos días
de lucha en las islas; en las cenizas del General Menéndez y las de su hijo, que también combatió en Malvinas en el Regimiento 5, llevadas allí por un grupo de
veteranos para que yacieran junto a las de sus tropas... Y no logro evitar que la bilis de la
amargura sature mi garganta, y espíritu.
Me pregunto, en vista de la realidad de nuestros días, saturada de mediocridad y de traición política al Estado y al Pueblo de la Nación Argentinos; si la entrega suprema de todos ellos tuvo algún sentido. Mientras tanto, viene a mi memoria la enseñanza del titular de Química Biológica de la Facultad de Medicina en Córdoba aquel 2 de Abril de 1982. Esa mañana, desde su estrado del aula magna, haciendo alusión al desembarco del Ejército argentino, el Profesor Antonio Blanco nos dijo: "Muchachos, aprendan a reconocer los verdaderos enemigos".
Me pregunto, en vista de la realidad de nuestros días, saturada de mediocridad y de traición política al Estado y al Pueblo de la Nación Argentinos; si la entrega suprema de todos ellos tuvo algún sentido. Mientras tanto, viene a mi memoria la enseñanza del titular de Química Biológica de la Facultad de Medicina en Córdoba aquel 2 de Abril de 1982. Esa mañana, desde su estrado del aula magna, haciendo alusión al desembarco del Ejército argentino, el Profesor Antonio Blanco nos dijo: "Muchachos, aprendan a reconocer los verdaderos enemigos".
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