El ordenador no
decía nada. Había investigado largos minutos para darse una idea, pero fue
inútil, nada de lo leído encendía su imaginación.
Alcanzó fama con
novelas en las que enlazaba historia con erotismo. Una manera de entusiasmar al
lector con imágenes de superhéroes ─especialmente
mujeres─ enredados en la
alcoba o fuera de ella, resaltando así la humanidad de estos seres especiales.
Su foto en la contraportada de los libros, con una mirada sugestiva de
sensualidad, coronaba el éxito del que disfrutaba.
Con el lápiz en la
boca, tamborileaba sobre el escritorio, por fuera del teclado, cómo llamando a
la inspiración para escribir la primera frase. Sabía que una vez que arrancara,
continuaría en forma fluida como quien pasa con el vehículo desde un camino de
tierra al asfalto. Sin embargo, el folio de Word en la pantalla no se rellenaba
y esto la inquietaba intensamente.
Pensaba que quizá
ocupando la mente en otras cosas, su cerebro se refrescaría, permitiendo el
reciclaje de nuevas ideas. Otras veces había sucedido, especialmente cuando
pasaba momentos de tensión en el seno de su familia o en otras relaciones
sociales. Aunque la vida del escritor suele ser bastante solitaria, Florencia
veía en el trato con los demás, una manera de liberación, inspiración; cada
individuo que conocía, cada momento del día en que cogía contacto con el mundo
real ─fuera de su estudio─ despertaba en su imaginación
diferentes maneras de interpretar hechos,
que luego plasmaba a su manera respetando el escenario histórico que los había
traído hasta el papel, o mejor, a su pantalla.
Se levanto para ir
al baño. Mientras enjuagaba sus manos, miraba en el espejo la delgada franja de
sostén que asomaba por el escote abierto, siempre abierto, cómo le gustaba usar
con las camisas. Pensó que debería renovar su lencería. A pesar que sus
historias literarias estaban cargadas de voluptuosidad, su vida intima adolecía
de pasión y no por falta de ideas precisamente. Al menos en la teoría, podía ingeniárselas perfectamente para
provocar a Julián encendiendo sus inclinaciones lujuriosas, rasantes con la
morbosidad.
Sin darse cuenta,
entre la redacción y publicación de la última novela, había pasado casi un año
complicada con investigaciones históricas, editores, contratos; cosas afines al
trabajo pero que habían quitado bastante ilusión al juego amoroso con su
marido. Cómo si hubiese robado la lujuria provocada por Julián para
volcarlas en sus historias. Creyó que había llegado el momento de emprender el
proceso inverso, de restituirlas en su existencia al margen de la ficción. Después
de todo, estando ambos cerca de la mediana edad y siendo su esposo un médico,
circunspecto en el hospital y salvaje en
la habitación de la planta alta, bien podían ambos retomar las fantasías
eróticas que los complementaba.
Regreso al estudio,
esta vez con una idea fija, pero no de carácter literario. Se dirigió a
la cómoda situada al costado del escritorio. Abrió el segundo cajón donde
guardaba las cosas que no empleaba a diario. Descubrió el conjunto de ropa
interior negro que Julián le regaló para el anterior aniversario y que solo usó ─o usaron─ una sola vez. Esta noche lo
sorprendería con las bragas negras y portaligas. Solo restaba pensar en el disfraz
de enfermera que encendería los sentidos de Julián. “Chance”, de Chanel, con su
frescura de limón y cedro, haría el resto.
Cerrado el pequeño
paréntesis, se encontró nuevamente frente a la computadora. Solo que ahora,
ilusionarse con la pasión cercana había disparado la inspiración. Se
le ocurrió la joven reina de Francia del siglo XVIII:
…16 de octubre de 1793. Desde el café La Régence,
vestida en forma grotesca, se la ve desfilar por las calles parisinas, abucheada
por la plebe enardecida. Sus labios crispados, denotan la majestad y entereza
de la que hasta hace poco, fue la “joya de Francia”…
Hola Maurice.Una primera pregunta. ¿Estás en España o en Argentina?
ResponderEliminarVeo que la francecita también te llega. Yo escribí un relato sobre ella hace unos meses. Pensar en lo que hace tu mujer fue la forma de salir de la hoja en blanco... Me gustó la historia y se lee con fluidez. Saludos
Gracias M T por tu comentario. Estoy en Agentina y te pregunta: ¿quien es la francesita?
EliminarPerdón M T, caí con lo de la "francesita": María Antonieta, ja, ja. Un abrazo...
EliminarHola Maurice, concuerdo con que de francesa no tiene mucho. Si quieres pasar por mi texto https://un-nuevo-peregrino.blogspot.com.uy/p/literautas_15.html
ResponderEliminarSaludos
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ResponderEliminarHola Maurice:
ResponderEliminarMuy bien llevada la historia.. Me gustó mucho, y la elección de María Antonieta abre una puerta para más.
Un saludo
Gracias por tu comentario Juana, buena idea con lo de M. A. Decime cual es tu historia para leerte.
ResponderEliminarHola Maurice,
ResponderEliminarSi, de acuerdo. La idea, el impulso o inspiración aparecen en el momento menos pensado.
Hola Ana! Si en esto, como decimos en Argentina, en esto uno no sabe donde "se encuentra el agujero del mate". gracias por leerme. Si escribiste una historia, decime como te encuentro. Saludos.
ResponderEliminarSaludos, Maurice:
ResponderEliminarte invito a que estés pendiente de la recopilación del mes de mayo, y que logres participar del reto de Literautas. Para acceder a la recopilación puedes visitar el enlace que publico en los comentarios del taller o acceder a mis blogs.
Sobre tu texto, me parece muy bien hilado, aunque no percibo el miedo a la página en blanco, tal cual. No desmerita a la protagonista que está muy bien retratada y que al final dejará plantado al esposo... y es que pasa, cuando te asalta la creativida que el mundo se detenga.
Me ha gustado. No he encontrado nada que me salte a la vista, pero seguro que todo puede mejorarse. Sin embargo, lo veo muy buen cuidado.
¡Nos leemos!
Gracias K por tu comentario. Si, concentrado en la historia de Florencia y su falta de inspiración, me olvidé del "miedo". Aunque el tema queda implícito en la historia cuando, al estar en blanco pone en riesgo su prestigio de autora. Igual, cómo se dice, por ver el árbol no vi el bosque. Bueno, prestaré más atención en las próximas. Otra cosa: te admiro y felicito por la dedicación y esfuerzo que ponés manteniendo el taller vigente durante la licencia de Iria. Y lo lográs en forma excelente.
ResponderEliminarUn saludo, seguimos en contacto.